jueves, 13 de mayo de 2010

Al bad time, good face

En su unipersonal Favio Posca cumple con su palabra, y quien avisa no traiciona. Bad time good face, es presentada por su creador como “arte puro”. Sosteniendo que correrá sus propios límites, lanzándose a un “viaje imperfecto” con un empuje musical y una transgresión visual.
Y cumple, de eso no quedan dudas. Dos horas en la que los personajes tocan fondo y resurgen. Excesos por donde se lo mire, una composición desde lo real que muy pocos admitirían. Angelito, el abogado en recuperación constante; Pitito, el esquizofrénico; Mirsham, el travesti de Mar de Plata; Ernesto Bilicui, odio dependiente y el Perro, el proxeneta.
Borders que se adaptan a los tiempos que corren, aunque algunos prefieran creer que sólo son personajes. Pitito que mejora y ya no escucha voces de los enanos si no que ahora los ve y la denuncia a los métodos de la neurociencia. Angelito que instala cámaras de seguridad en toda su casa (no sé si les suena conocido) y el Perro, visionario, que deleita describiendo el nuevo servicio de las trillizas enanas.
Multifacético, hiperquinético, le saca el jugo a la pantalla gigante, la iluminación y el sonido que lo complementan. Simplemente, el mono sabe que palo trepa…


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